jueves, 19 de septiembre de 2013

OLOR A QUESO


Para dejar de ser uno, (pura entelequia) y comenzar a ser yo (un poco de lo real).

Un hombre revolviendo un tacho de basura, olía minuciosamente unas fetas de queso. Miraba con cara de búsqueda de lo que todavía sirve, todavía se puede, todavía se come.  ¿Estará muy vencido?, cuanto olor a queso tendrá, a queso viejo, queso rancio o queso podrido. El hombre huele el queso, mientras yo me paseo por las góndolas y mis ojos se rechonchan de mirar 475 de variedades de quesos. Queso a máquina, en hebras, dietético con o sin sal, mucha crema, poca crema, magro, paquete azul, verde, rojo, rallado en horma,  variedades de  quesos, quesos por todos lados. Quesos que avasallan, cantidad de quesos… frescos, ordenados y etiquetados.
Llorar no es suficiente. Dar plata no es suficiente. El queso seguirá siendo queso para pocos. Y la distribución para “todos y todas” se dará solo a partir de los tachos de basura. El tacho de basura es el centro de distribución de la riqueza. La riqueza se comparte en los desechos, vómitos y cacas de perros y gatos en bolsitas. Todo mezclado. Con olor a todo junto.
LOS TACHOS DE BASURAS ES EL ACTO DEMOCRATICO DE LAS SOCIEDADES DE CONSUMO. Y avanzamos en este sentido, con derechos, programas de protección, cartoneros unidos, cooperativas de revoltijos. Más democracia, más tachos de basura. Basura de mierda, basura de consumo, basura que todavía se puede, se sirve, se reparte.
Y entonces las manos de la excepción, las manos de este hombre, recogen con la dignidad de los estoicos, los desechos. ¿Mientras, hasta que, esperando que?
Nacerán y morirán en la excepción. Y si algunas de esas manos y narices dejan de revisar u oler, otras ocuparan su lugar.
El hombre no reparó en mi mirada. Seguí caminando, llore un poquitito, saque 10 pesos y volví al lugar. “Capaz que te puedas comprar algo” le dije. “gracias” me contesta con una mirada tranquila y continúo revolviendo el tacho.
Como poetizo mi mierda. Como poetizo mi consumo. Que somos ¿seres, humanos, clientes, consumidores, individuos, votantes? Pura basura.
La democracia no es suficiente, diría Briski. La democracia tal y como la conocemos, no es la democracia. Es una palabra que se apoderaron los “opresores capitalistas” que se convirtieron en demócratas, hace poco. Nos quitaron esa palabra y nos hicieron creer que esta es la mejor forma de vivir. Consumir, vivir, esa es la cuestión. Y nos dormimos en el tiempo del progresismo para despertar tal vez en una línea de perfectibilidad que te lleva a ser imperio, o en la misma línea de perfectibilidad que te deja en la excepción. El subdesarrollo es necesario para el desarrollo, no son etapas, deben necesariamente coexistir. Solo es cuestión de mudarse de región.  Y el norte será otro, pero siempre habrá un sur.
¿Y qué pasaría si frenáramos el tiempo del progreso. Y qué pasaría si no hay ningún lado a donde llegar? Y qué pasaría si comenzamos a discutir una nueva sociedad. Para que el hombre que acabo de ver deje de oler el queso rancio. Las patas se irían a la cabeza. ¡Epa! “Nos hacen tragar el mercado junto con la democracia” dijo Alan Badiou cuando anduvo por Argentina. Yo digo que tendríamos que contagiarnos en la búsqueda de una nueva sociedad. Como discutimos desde el barro, la democracia es más que ir a votar cada 2 años. Es pensar al otro, en mi compañero, sus inquietudes, el vecino, la mierda del perro, la basura, dejar de consumir, y ponernos a producir, poetizar la vida, pensar como somos otros. Como nos juntamos. ¿Sera solo cuestión de contagio? Cuantos más pensemos la otredad, sentir al otro,  ¡pero pensar para hacer!, levantar la mirada del celular y salir a la calle, sacarse los auriculares y escuchar un poco el ruido de la polución, el gran acto libertario de amar…  Volvemos todos artistas, tener todos en las manos el mismo olor a queso. Comenzar a sentir que otra sociedad mejor es posible. Con la imperiosa tarea de inventarla.

Paradojalmente,
E. W

19/9/13

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